El altar de muertos es uno de los símbolos más emblemáticos e importantes de la celebración del Día de Muertos. Este se acompaña de ofrendas, las cuales tienen un significado y una importancia para la visita de los seres queridos en los hogares. Entre las ofrendas se coloca comida, sin embargo, aunque se vea tentador, no deberías comerla. Aquí te contamos el por qué.
¿Qué simboliza el altar de muertos?
El altar de muertos es uno de los elementos más memorables del Día de Muertos. En este, se colocan ofrendas, que de acuerdo a la tradición, cada una tiene un propósito importante para acompañar a las almas que visitan el hogar de quien coloca un altar. El altar de muertos simboliza la conexión entre el mundo de los vivos y de los muertos y permite que los muertos puedan interactuar con el plano terrenal.
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Además de ser un puente de conexión, también es una forma de homenaje para los seres queridos que ya fallecieron, debido a que se honra y recuerda su memoria y legado. Como parte de las ofrendas se colocan comida y bebidas, las cuales sirven para alimentar y dar energía a las almas después de su largo recorrido.
¿Por qué no se deben comer las ofrendas del altar de muertos?
De acuerdo con la tradición, no se deben comer las ofrendas debido a que los seres queridos que ya fallecieron se alimentaron de la esencia de estos y los platillos cumplieron su función, por lo cual, los vivos no deberían alimentarse de ellos. Además, dentro de la tradición, es un símbolo de respeto para las almas, debido a que las ofrendas estaban hechas y dispuestas especialmente para ellas.
De igual forma, existe una explicación científica para esto. De acuerdo con la ciencia, al momento en que se deja un alimento al aire libre, y este es expuesto por horas o días, comienza un proceso natural llamado oxidación, en el cual los alimentos que estuvieron en contacto con el oxígeno sufren de una serie de reacciones químicas que pueden afectar su color, sabor y textura.
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A su vez, la oxidación provoca que alimentos como las frutas y panes pierden su frescura, volviéndose blandas o duras. Este fenómeno suele darse en alimentos que contienen grasas, como el pan de muerto. Otros factores que influyen en la oxidación de los alimentos son las diferentes temperaturas y la humedad del lugar.
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