Hace tres años, Fernando se encontró desempleado, enfrentando la dificultad de mantener a su familia. Ante esta situación, tomó la decisión de salir a las calles de Querétaro en busca de un sustento y, así, encontró su vocación en los cruceros de la ciudad, acompañado de sus instrumentos: el saxofón soprano, alto y tenor. Fernando Soto, el saxofonista ambulante, comparte su historia con gratitud hacia el apoyo de su esposa:
Tengo mucho el apoyo de mi esposa, sobre todo ella cree que me siento orgulloso de no quedarme de brazos cruzados o lamentarme por la pérdida de mi trabajo. Sabe que soy una persona luchadora que no se deja vencer por nada.
Los automovilistas que pasan por el lugar admiran el trabajo de Fernando, reconocen su talento musical y el esfuerzo que implica su labor diaria. Conductores como Israel Chaparro expresan su admiración:
Toca bien, busca la manera de salir adelante y ganarse una moneda.
Mientras que Leonardo Campos comenta:
Está bonito, está interesante. Muy bien, la verdad que sí me gusta.
Trabajar en los cruceros no solo le ha brindado la oportunidad de progresar económicamente, sino que también le ha permitido encontrar el amor y el reconocimiento de la gente. Fernando asegura que no regresaría a trabajar en una empresa, ya que en las calles queretanas descubrió una conexión especial con la gente. Además, esta nueva opción de empleo le ofrece el tiempo necesario para disfrutar con su esposa e hijos, quienes se sienten orgullosos de su valentía y talento.
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