La historia de amor que el Acueducto preserva: ¿cuál es la leyenda de Los Arcos de Querétaro?

La leyenda de los Arcos de Querétaro es una historia romántica que ha sido transmitida de generación en generación en la ciudad de Querétaro, México. Aquí te contamos la historia gracias a la cual Querétaro tiene uno de los acueductos más emblemáticos del mundo.

Gabriela Torres
Leyendas
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El propósito original detrás de la construcción del Acueducto de Querétaro fue abordar los problemas de salud derivados del consumo de agua contaminada, ya que el sistema de suministro de agua potable en Querétaro estaba poco desarrollado en aquel entonces. Fue el Marqués de la Villa del Villar del Águila quien ideó y financió en gran medida la construcción de Los Arcos de Querétaro. Sin embargo, el motivo guarda un motivo más romántico, pues según la leyenda, el acueducto se erigió como testimonio de un romance entre el Marqués de la Villa del Villar del Águila y una de las monjas que residía en un convento abastecido por el agua que fluía a través de este sistema.

En el siglo XVIII, Querétaro destacaba como una de las comunidades más prósperas de la Nueva España. Sin embargo, sus sistemas de agua presentaban graves problemas de contaminación, lo que motivó a Juan Antonio de Urrutia y Arana a emprender la construcción del acueducto en 1726. El objetivo era llevar agua limpia a la ciudad para combatir las enfermedades que aquejaban a sus habitantes. Para ello, se seleccionó el Ojo de Agua del Capulín, ubicado en el poblado de La Cañada, como la fuente principal de abastecimiento.

Bajo la dirección del arquitecto Alejandro Ibarra y con la colaboración de manos chichimecas y otomíes, el agua finalmente llegó a la plazuela de La Cruz el 22 de octubre de 1735. Tres años más tarde, se completó la distribución del agua a las fuentes públicas de la ciudad, marcando la conclusión oficial de la obra el 17 de octubre de 1738. El proyecto tuvo un costo total de 125 mil pesos, con una contribución significativa del Marqués, quien aportó más de 88 mil, mientras que el resto fue recolectado entre los vecinos de la ciudad.

¿De qué trata la leyenda que dio origen a Los Arcos de Querétaro?

La leyenda narra que el Marqués Juan Antonio de Urrutia se enamoró perdidamente de una monja del convento de La Cruz, quien le solicitó la construcción del acueducto para garantizar el suministro de agua en el convento y abastecer diversos puntos de la ciudad.

Así que, los icónicos arcos de cantera rosa que hoy distinguen a Querétaro fueron erigidos bajo la influencia del amor, pues se cuenta que Don Antonio de Urrutia y Arana quedó cautivado al conocer a Sor Marcela, miembro de la congregación de monjas Capuchinas. Sin embargo, el obstáculo de la vida religiosa de Sor Marcela y su parentesco con Doña Paula Guerrero Dávila, esposa de Don Juan Antonio, dificultaba la materialización de su amor, convirtiéndolo en algo prohibido e inalcanzable.

Don Juan Antonio, oriundo de la Villa de Arzeniega y llegado a México en 1687, se estableció en Querétaro después de haber pasado por la Ciudad de México. Fue durante un viaje acompañando a un grupo de monjas a su nuevo destino en el recién fundado Convento de las Capuchinas que quedó prendado por Sor Marcela, quien correspondió a sus sentimientos, aunque los votos religiosos pesaban más.

Conscientes de la imposibilidad de su amor, acordaron mantener una relación de amistad y él se comprometió a respaldar a la congregación de Marcela. Por este motivo, decidió financiar la construcción del acueducto para garantizar el suministro de agua limpia al convento y a toda la ciudad.

Constituido por 74 arcos distribuidos a lo largo de 1,298 metros y con una altura promedio de 28.5 metros, el acueducto queretano inició su construcción en 1726 y se completó en 1738. Su propósito era llevar agua desde La Cañada, un pueblo cercano, hasta la capital del estado, proporcionando así agua potable a una ciudad que sufría de enfermedades debido al precario sistema de abastecimiento de agua contaminada.

La leyenda relata que fue el 22 de octubre de 1735 cuando finalmente llegó el agua limpia a la caja de agua en la plazuela de La Cruz, desde donde se distribuyó a las fuentes públicas ubicadas en diferentes puntos de la ciudad..

Importancia del Acueducto de Querétaro en la historia y la arquitectura

El acueducto se compone de tres secciones distintas: el canal inicial, la arquería y el canal final. La construcción de los arcos de piedra y sillería requirió el transporte de planchas, maderas y vigas al valle para crear las cimbras necesarias para dar forma a esta imponente estructura. Se utilizaron tornos para elevar los materiales, así como garruchas, maromas, lazos, reatas, lienzos de cuero, cubos, cajones y otros instrumentos indispensables para la labor.

Hoy en día, el Acueducto sigue siendo un punto de referencia tanto para turistas nacionales como extranjeros que visitan la Ciudad de Querétaro. Es reconocido como uno de los más grandes del país y ha sido una parte integral de la ciudad durante más de tres siglos. Con el crecimiento urbano, la Calzada de los Arcos ahora transcurre a lo largo de su eje, rodeando esta magnífica obra de ingeniería.

A lo largo de su historia, el acueducto ha experimentado diversas modificaciones para adaptarse a las necesidades cambiantes de la ciudad. En el siglo XIX, con la llegada del ferrocarril a Querétaro, las vías fueron dispuestas para pasar por debajo de uno de los últimos arcos del Acueducto. Sin embargo, más tarde se retiraron para evitar su deterioro. En 1899, se realizó una modificación en la sección que conduce la acequia para agregar un nuevo arco. A pesar de los cambios y el crecimiento urbano que lo rodea, el Acueducto sigue siendo un símbolo perdurable de la historia y la ingeniería de Querétaro.

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