En la mitología griega, los Jardines de Adonis son un símbolo de renovación y la efímera belleza de la vida. Este mito se entrelaza con la historia de Adonis, el joven amado tanto por la diosa del amor, Afrodita, como por Perséfone, la reina del inframundo. El mito cuenta que Adonis, hermoso y mortal, atrajo la atención apasionada de Afrodita. Sin embargo, Perséfone también se sintió atraída por su encanto. Las diosas comenzaron a disputar su compañía y Zeus, para poner fin a la discordia, decretó que Adonis pasaría parte del año con cada una de ellas.
Durante el tiempo que Adonis pasaba en el inframundo con Perséfone, Afrodita, llena de pesar y añoranza, decidía llenar ese período con la creación de los Jardines de Adonis. Estos jardines efímeros eran pequeñas tierras cultivadas con hierbas y flores que crecían rápidamente, simbolizando el renacimiento y la fugacidad de la vida. Afrodita sembraba semillas en tierra fértil y en poco tiempo surgían brotes verdes y flores multicolores. Sin embargo, la belleza de estos jardines era tan efímera como la vida misma, ya que las plantas crecían rápidamente y, al igual que Adonis, se marchitaban y morían.
Este ciclo constante de vida, muerte y renacimiento en los Jardines de Adonis simboliza la naturaleza cíclica de la existencia y la fugacidad del tiempo. Afrodita encontraba consuelo temporal en la creación de estos jardines, pero siempre con el entendimiento de que su amado Adonis regresaría a su lado solo por períodos limitados. El mito de los Jardines de Adonis nos recuerda la dualidad inherente a la vida: la belleza efímera, la pérdida inevitable y la posibilidad de un nuevo comienzo. A través de esta historia, se nos invita a apreciar cada momento de esplendor y a comprender que, así como las flores de los Jardines de Adonis renacen, nuestras propias experiencias también pueden florecer y desvanecerse, formando parte de un eterno ciclo de renacimiento y transformación.
El origen de las rosas blancas según el mito de Afrodita
Dentro de esta romántica historia, también se dice que Afrodita, divina diosa del amor, la belleza y la fertilidad, siempre se manifestaba envuelta en la embriagadora fragancia de las rosas. La mitología griega añade un toque poético a esta conexión, contando que las propias rosas eran lágrimas derramadas por Afrodita mientras sostenía al joven Adonis en sus brazos, en los últimos momentos de su agonía.
De estas lágrimas surgieron rosas blancas, pero algunas se impregnaron de un tono rojizo, el cual simboliza la sangre derramada por Afrodita al herirse en las zarzas, desesperada por socorrer a su amado. Otra versión fascinante sugiere que el perfume de las rosas nació directamente de la mano de Afrodita. Se cuenta que, al salpicar una rosa con una gota de su propia sangre, la flor adquirió un hermoso tono rojo. Más tarde, su hijo Eros la besó, infundiéndole un fragante aroma, dotando a las rosas de una conexión eterna con el amor y la divinidad.
Te puede interesar:
¿Qué es el toloache: amor o alucinación…?