El lado oculto de la leyenda de Los Arcos en Querétaro: un alma vaga en pena por sus rumbos
La leyenda de Los Arcos de Querétaro tiene un lado oculto y trágico, protagonizado por la esposa del Marqués de Villar del Águila.
La leyenda de los Arcos de Querétaro es una historia conocida por muchos, sobre todo por el romance que habría inspirado a Don Juan Antonio de Urrutia y Arana (el Marqués de Villar del Águila) a construir el acueducto en honor a Sor Marcela. Sin embargo, este relato tiene un lado oculto y trágico, protagonizado por su esposa, quien quedó en la sombra y, según se dice, no ha encontrado descanso en el más allá.
La historia toma un giro sombrío cuando se revela que la esposa de Don Juan no solo era la tía de Sor Marcela, sino también la persona que donó el oro para la construcción de los arcos, un regalo para el bienestar del pueblo de Querétaro, que necesitaba abastecimiento de agua.
Sin embargo, poco tiempo después, comenzaron los rumores que relacionaban a su esposo con Sor Marcela. A pesar de haber contribuido con el oro para el acueducto, la esposa del Marqués de Villar del Águila soportó en silencio el dolor de ver a su esposo vinculado sentimentalmente a su sobrina. “Estaba enamorado de una monja y lo construyó para que pudiera llevar el agua al templo de la Cruz,” comenta María Luisa, una habitante de Querétaro, al recordar la leyenda de Los Arcos.
El fantasma que ronda Los Arcos en Querétaro
Según la tradición, el alma de Doña Josefa Paula Guerrero Dávila, esposa de Don Juan, vaga en pena, pues en vida soportó el sufrimiento de un amor no correspondido y fue relegada al olvido en la historia. Mientras el nombre de su esposo se asocia con esta gran obra, su contribución y sacrificio han sido minimizados y su historia fue silenciada.
“La historia no romántica es que la esposa de Juan Antonio de Urrutia y Arana fue la que donó los 88 mil millones de pesos en oro para la construcción del acueducto,” señala Dulce María Ugalde, una guía turística de la ciudad, quien subraya además que las mujeres de aquella época “no teníamos ni voz ni voto.”
Actualmente, esta leyenda de Los Arcos de Querétaro recuerda tanto el esplendor como el dolor de un amor y una generosidad que no fueron reconocidos, una sombra en la historia que aún parece recorrer las antiguas piedras de esta ciudad.
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