Epigmenio González es una calle muy sonada en Querétaro, existe mucho flujo vial en esa zona y podemos oír aquel nombre en los GPS, las noticias o en la radio. Sin embargo, aquel nombre no nos suena cuando decimos Independencia de México. Epigmenio González es un insurgente olvidado con una vida trágica.
¿Quién fue Epigmenio Gonzáles?
Epigmenio nació en la ciudad de Querétaro en 1781. Junto con su hermano menor, Emeterio, quedaron huérfanos a temprana edad. Ambos hermanos pasaron a manos de su abuelo Manuel, el cual, al fallecer 17 años después, provoca que los hermanos sean acogidos por Carmen Covarrubias, una mujer adinerada, que al morir les hereda algunas de sus propiedades.
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Desde temprana edad, Epigmenio destacó por su inteligencia, era un chico hábil para la poesía y las cuentas. Se dedicaba a llevar su negocio, en el que era apoyado por su hermano, se dedicaban a vender abarrotes.
A los 21 años, el joven Epigmenio se enamora de Anastasia, una india que cuidaba a los hijos de una familia española acaudalada. Ambos se casan y al año siguiente tienen a su primer hijo. Lastimosamente, su primogénito pierde la vida después de unos meses de nacido, y esa misma suerte corren los siguientes dos hijos que tuvieron. A inicios de 1810, Anastasia muere debido al cólera, enfermedad que afecta el tracto intestinal.
Las conspiraciones de Querétaro dde 1810
En febrero de 1810, los hermanos González fueron invitados a participar en las conspiraciones que se llevaban a cabo en la casa de los Corregidores en Querétaro. Durante los preparativos para el movimiento de independencia, Epigmenio y Emeterio se dedicaron a fabricar y almacenar pólvora, armas y cartuchos en su casa.
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Entre el 13 y 14 de septiembre de 1810, la suerte de los hermanos González cambió para siempre, cuando alguien los denunció ante el padre Rafael de León. Ambos hermanos fueron capturados y llevados a la Ciudad de México.
La aprehensión de Epigmenio Gonzáles y vivencias en la cárcel
Mientras el movimiento de independencia iniciaba, los hermanos González pasaron ese tiempo yendo de cárcel en cárcel. Epigmenio, en sus memorias, menciona que el día que los aprehendieron, no sólo se los llevaron a ellos, sino a que a José el cohetero, quien era el que hacía la pólvora y los cartuchos, a su criado Antonio García y a su esposa, a dos niños huérfanos que acaba de adoptar, a una anciana ciega que acababa de recoger y a un aprendiz de carpintero. Todos ellos acabaron en reales cárceles, mientras que a su hermano y a él los mandaron a la cárcel militar.
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Los hermanos iban de cárcel en cárcel, a la par que la lucha por la independencia ya había comenzado. Epigmenio, desde la cárcel, participó de la conspiración de Ferrer. Las autoridades, al enterarse de eso, quisieron negociar con él, concediéndole un indulto si contaba todo lo que sabía, sin embargo guardó silencio.
En 1813, Emeterio muere, unos dicen que fue fusilado y otros que murió en un calabazo de las tantas cárceles en las que estuvieron, y unos años después Epigmenio es condenado a muerte después de que le encontraron un panfleto de la Santa Inquisición, en el que se oponía y rechazaba este proceso de la Iglesia Católica.
Exilio a Filipinas
Durante su juicio, como si de un milagro se tratase, llegó un correo de Querétaro, el cual contenía una orden judicial en la que se pedía que se le perdonara la vida, a cambio de su exilio. Epigmenio fue exiliado a Filipinas, específicamente a Manila. Llegó a la isla en 1817, después de un viaje largo, arduo, donde la comida escaseaba y los tifones eran la pesadilla de todos los que abordaron los barcos.
Pasaron 27 años hasta que Epigmenio fue puesto en libertad. La Independencia ya había acabado, España, después de 15 años, reconoció la Independencia de México. Fue en ese momento, cuando se da la orden de liberar a todos los presos por infidencia, entre ellos Epigmenio.
Regreso a México independiente
Cuando González regresó a México, se dio cuenta que todo el mundo lo daba por muerto. Querétaro había nombrado una calle en su nombre y le habían dado el título de Benemérito de la Patria, sin embargo, también fue olvidado por los demás.
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Epigmenio, una vez pisó tierra mexicana, no quiso regresar a su estado natal, Querétaro, no reclamó sus bienes, su pensión por sus servicios a la patria, ni nada de lo que fue él antes de ser encarcelado.
Se estableció en Guadalajara, Jalisco, después de que le otorgaron trabajo como velador de la Casa de Moneda de Guadalajara. Pasó el resto de su vida ahí, falleció en 1858, a los 77 años del cólera, la misma enfermedad por la que falleció su amada.
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